Hoy retomamos el mindfulness que, se trata de la capacidad de prestar atención a “algo” de manera deliberada, libre y sin juicio… y es que como dice JKZ “Mindfulness es simplemente parar y estar presente, eso es todo”.
El mindfulness nos lleva del modo hacer al modo ser. El modo hacer en el que estamos siempre, que bueno, como sabemos es importante porque también es el modo de la eficacia, donde hacemos y conseguimos nuestros propósitos y fines… al modo ser, en el modo SER llevas la atención al momento presente observando tus pensamientos, tus sensaciones y preocupaciones sin dejarte arrastrar por ellos.
Y aquí es donde entra una de las actitudes que nos trae JKZ, muy importante para la meditación, o para la actitud MF que es la aceptación.
La aceptación es una de las actitudes más difíciles de entender y “quizás incluso de aceptar”. Para muchos de nosotros, es que incluso la palabra “Aceptación” ya de por sí es una herejía, porque vivimos en una sociedad en la que pensamos que todo es posible, tanto a nivel social como individual. A nivel individual, incluso el mensaje que nos mandamos es que “todo es posible si uno se esfuerza”, estamos acostumbrados al esfuerzo, a luchar… luchar por un trabajo, por la familia, a esforzarnos por ser buenos, los mejores… de esta manera se nos invita a luchar por nuestros sueños ¿no? Por lo que, pensar en no luchar, se puede ver como resignación o pasotismo…
Aquí es donde nos resulta difícil, porque para mucha gente aceptar es no hacer nada, esa es la gran confusión, y es normal, por eso cuesta tanto la aceptación.
¿Qué es la aceptación?
Lo que JKZ nos quiere decir con aceptación, recordamos que estamos hablando desde la mirada del Mindfulness, siempre…, desde este enfoque MF “Aceptación significa ver las cosas como realmente son en el momento presente.”
Si, por ejemplo, nos duele la cabeza, aceptemos que tenemos un dolor de cabeza, otra cosa diferente es tomar los medios para que no te duela y tomarte un ibuprofeno ¿no? Pero lo primero es aceptar que te duele la cabeza.
Es un ejemplo muy claro porque ante el dolor de cabeza lo aceptas de manera automática, y luego te tomas algo para bajar la intensidad… ahora bien, es cierto que, ante las grandes calamidades, las enfermedades, pérdidas … aquí se requiere mucho tiempo para sanar, y forma parte del proceso, no hay que precipitarse, pero llega un momento en que gastamos mucha energía negando y resistiendo a lo que es porque, cuando hacemos esto, cuando nos resistimos es porque nos empeñamos a forzar las cosas a que sean como nos gustaría, y esto nos genera más tensión.
Si por ejemplo tenemos unos kilos de más, y no nos gusta, de nada nos ayuda aceptarlo cuando tengamos el peso que queremos… porque aquí podemos quedar atrapados en un círculo vicioso, de… “no me gusto, quiero adelgazar, pero me cuesta ponerme a dieta, no me veo el momento, etc…. y como consecuencia me frustro, me enfado… Si no queremos entrar en este círculo vicioso, tendremos que aceptar nuestro peso actual, porque este instante, este momento, es el único momento en el que podemos estar a gusto con nosotros mismos… y es que el PRESENTE es el único momento que tenemos para todo, todo lo que queramos cambiar pasa por aceptarnos tal y como somos.
Por tanto, el objetivo de la aceptación es aceptar tu realidad en el momento presente, y al mismo tiempo dejar de luchar contra lo que está sucediendo, porque no podemos cambiarlo… podemos aprender de lo que está ocurriendo, para poder mejorar el futuro.
Por lo tanto, aceptar es el único modo de convertir el sufrimiento que no puede ser tolerado en un dolor que puede ser tolerado.
Por ejemplo, una relación de pareja que nos hace sufrir… podemos romperla, eso no significa que no nos duela, el dolor del momento presente no lo podemos cambiar, pero podemos mejorar el sufrimiento que nos ocasiona la relación.
También tenemos que tener claro que aceptación no significa que tenga que gustarnos todo o que asumamos una actitud pasiva ante todo… Ni tampoco significa que estemos satisfecho, ni que tengamos resignarnos… La aceptación significa, tomar la decisión de ver las cosas como realmente son.
Porque la resignación nos hace sufrir, porque seguimos esperando que las cosas o que las personas, sean de otra manera, a como realmente son. Y aquí, lo que ocurre es que acabamos compadeciéndonos y quedándonos anclados en la «queja», sin poder avanzar. Un ejemplo claro de resignación podría ser ante la pérdida del trabajo, te han echado, pues, resignarse sería el engancharse a la queja… a “pobre de mí que me he quedado sin trabajo” “qué voy a hacer” … “donde voy a ir… con la edad que tengo”… y esto… el no avanzar, el quedarnos aquí en la queja nos hace sufrir!
En el momento en que aceptas (que como decía no es fácil y requiere tiempo), pero en el momento en el que lo aceptas, miras cara a cara ese dolor y aceptas que no tienes trabajo, desde aquí puedes asumir la situación y actuar… ya sea buscar trabajo, emprender, renovarte… aquí asumes y actúas. Por lo que, en ningún modo significa rendirse.
Cuento zen:
“El rey que prefirió vivir con sus dificultades”
Había un rey que tenía tres hijos. El primero era guapo y muy popular. Cuando cumplió veintiún años, su padre mandó construirle un palacio en la ciudad en la que vivía.
El segundo hijo era inteligente, y también muy popular. Cuando cumplió veintiún años, su padre mandó construir un segundo palacio para él en su ciudad.
El tercer hijo no era guapo ni inteligente, sino arisco e impopular. Cuando cumplió veintiún años, los consejeros del rey dijeron: “Ya no hay espacio en la ciudad. Construya el palacio para su hijo fuera. Mande que sea un palacio resistente. Puede enviar a algunos de sus vigías para que eviten que sea atacado por los rufianes que viven fuera de las murallas de la ciudad”. Así lo hizo el rey, que envió a algunos de sus soldados para proteger el palacio.
Un año más tarde, el tercer hijo envió un mensaje a su padre: “No puedo vivir aquí. Los rufianes son demasiado fuertes”.
Los consejeros dieron su opinión: Mande construir otro palacio, más grande y resistente, a veinte millas de la ciudad y de los rufianes. Con mas soldados soportará fácilmente los ataques de las tribus nómadas que pasen junto a él. Así, el rey mandó construir otro palacio y envió a cien de sus soldados para protegerlo.
Un año más tarde llegó otro mensaje del hijo “no puedo vivir aquí. Las tribus son muy fuertes”. Y los consejeros dijeron: Mande construir un castillo, uno grande a cien millas de aquí. Será lo suficientemente grande para albergar a quinientos soldados, y lo suficientemente resistente para soportar los ataques de los pueblos que viven al otro lado de la frontera”. Así, el reyh mandó construir un castillo con esas características y envío a quinientos soldados para protegerlo.
Sin embargo, un año mas tarde, el hijo envió otro mensaje al rey: “Padre, los ataques de los pueblos vecinos son insoportables. Han atacado el castillo dos veces, y si lo hacen una tercera vez temo por mi vida y por la de tus soldados.”
El rey comunicó a sus consejeros: “dejemos que regrese a casa y que viva conmigo en palacio. Es mejor que aprenda a amar a mi hijo que gastar toda mi energía y los recursos del reino manteniéndolo alejado”
La historia del rey tiene una importante moraleja: casi siempre resulta mucho más fácil y más efectivo a la larga vivir con las dificultades que invertir recursos en luchar contra ellas para suprimirlas.
La aceptación al igual que la historia del rey supone, por tanto, que cuando aceptamos estamos asumiendo la realidad y desde ahí podemos aprender y seguir hacia adelante a pesar de las circunstancias… pero no olvidemos que aceptar no es nada fácil, y requiere de tiempo, es un proceso realmente en el que, tras mirar cara a cara el dolor, aceptas las cosas como son. Y es que Entender que la vida está bajo nuestro control es una ilusión. La aceptación es una poderosa herramienta de sanación emocional que permite alcanzar estados de profunda serenidad, pase lo que pase… ayudándonos a ver la realidad tal y como es y así poder tomar decisiones que nos ayuden a experimentar la vida en lugar de evitarla.
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