Qué bueno es reírse, verdad? Y es que, reírse es propio sólo de las personas; la risa se manifiesta mucho antes de la adquisición del lenguaje e incluso antes de poder distinguir si una cosa es graciosa o no. Pero, aun así, para reírse es necesario ser inteligente. El ser humano se ríe cuando está alegre, cuando se divierte o después de que le cuenten un chiste.

Aunque son muchas las personas que a lo largo de la historia han tratado de averiguar por qué nos reímos, entre otros Platón, Aristóteles, Cicerón, Francis Bacon, Descartes y Freud, aún no tenemos un modelo teórico que nos explique todos los aspectos fenomenológicos de la risa, por lo que tendremos que conformarnos con explicaciones parciales.

Así que, vamos a ver las cinco teorías que podemos considerar «clásicas».

Teoría de la incongruencia

Según esta teoría el humor se desencadena al asociar dentro de un mismo contexto dos ideas que son incongruentes entre sí.

Veamos un ejemplo:

-Doctor, doctor, tengo tendencias suicidas. ¿Qué hago?

-Págueme ahora mismo.

La manera más usual de construir una incongruencia es empezar con una frase que encamine el pensamiento en una dirección y después pasar a otro plano que colisione con el primero. Pero no siempre es necesario hacer esto. Se puede hacer con una sola frase que desbarate la lógica y haga absurdo el sentido de la frase.

-Hay dos clases de personas: las que sólo piensan en el sexo y las que no sé en qué narices piensan.

El humor de los payasos, por lo general, aborda este tipo de incongruencias: el inteligente que nunca acaba convenciendo, su torpeza en la manipulación de cosas simples, su vestuario, etc.

Aún no se conoce de forma definitiva el mecanismo por el cual la percepción de la incongruencia desencadena la risa. Es posible que el desconcierto, fruto de la incongruencia, produzca un descarrilamiento emocional y, así, el pensamiento lógico tenga la sensación de que le han gastado una broma.

Pese a que esta teoría puede explicar un gran número de situaciones y que es aceptada por muchos estudiosos del humor y la risa, éstos también consideran que hay aspectos del humor que no quedan recogidos.

Teoría de la superioridad

Esta teoría preconiza que cuando nos burlamos de los demás o los empequeñecemos, nos sentimos superiores, y el placer instintivo que nos produce esto desemboca a su vez en la risa. En el fondo esta teoría no sólo habla de la superioridad, sino de      dar salida a la agresividad. Según Freud, la educación nos obliga a reprimir las muestras de violencia y nuestros sentimientos de desprecio y agresividad, por lo que el chiste y la burla nos proporcionan un mecanismo para sortear estas prohibiciones y nos muestran caminos para abordar estos temas, abriéndonos fuentes de placer que antes eran inasequibles.

-Mamá, mamá, en el colegio me llaman tonto.

-¿Ya mí qué?

-A ti, gorda.

Deberíamos tener en cuenta el dicho popular «Quien no se ríe de sí mismo, deja todo el trabajo a los demás». Por suerte, cada vez se oyen menos los típicos chistes de un alemán, un inglés y un español, donde este último es quien demuestra mayor valentía y sagacidad.

Teoría de la caricaturización

La exageración o la caricatura de los grupos étnicos o de personas conocidas es una fuente inagotable de risas y de humor. Por eso proliferan tanto, y con gran éxito, los humoristas que imitan a políticos, personajes famosos y estereotipos sociales.

Lo que se hace en estos casos es resaltar de forma exagerada algunos rasgos o aspectos cómicos de la situación, y en el caso de que no los tenga, se crean a medida.

Regresa Venancio de un viaje a Las Vegas y Antonio le pregunta:

«¿Cómo te fue?».

«Bien – contesta Venancio-, hay unas máquinas tragaperras sensacionales. En una de ellas eché una moneda y gané. Le eché otra y volví a ganar y así unas cuantas… Finalmente tuve que desistir, pues ya no sabía qué hacer con tantas latas de Coca-Cola.»

La caricatura puede adoptar formas muy variadas, por ejemplo, en la famosa serie Los Simpsons cada personaje personaliza comportamientos estereotipados exagerándolos hasta lo cómico. También se utiliza la técnica de rebajar a otros, con lo que se consigue en algunos momentos el sentimiento de superioridad.

Teoría de la actuación

Por lo general, los adultos nos reímos una media de doce veces al día, la mayor parte de ellas en el contexto de nuestras relaciones diarias sin necesidad de que alguien nos cuente un chiste o haga algo cómico. Y fijáos, contra lo que cabría esperar, se ríen más los que hablan que los que escuchan, y, por otra parte, lo hacen con mayor frecuencia las mujeres que los hombres.

Según esta teoría, en las situaciones coloquiales solemos «actuar» como si todo nos hiciera gracia, es decir, nos hacemos los graciosos. Las risas y las bromas de unos se pueden contagiar al resto, haciéndolos actuar de la misma forma. Esta teoría explicaría por qué en determinadas situaciones podemos llegar a reírnos de las cosas más peregrinas y hasta de los peores chistes jamás contados.

-Doctor, cuando me tomo un café me duele el ojo.

-Bueno. ¿Ha intentado usted apartar la cucharilla?

 

Un hombre va a ver a un abogado.

-¿Usted cuánto cobra por una consulta rápida?

-Sesenta euros por tres preguntas.

-Vaya, es un poco caro, ¿no?

-Sí. .. Y dígame, ¿cuál es su tercera pregunta?

 

Teoría de la descarga emocional

Esta teoría expone que el organismo aprovecha la risa como método para descargar pequeñas o grandes tensiones acumuladas en el cerebro, tales como temores, nerviosismo, agresividad, aburrimiento, etc. Esto explica que los niños no puedan evitar reírse frente a una reprimenda o el enfado de un adulto. O también que nos riamos en un entierro, ante la bronca de un jefe o el desespero de alguien.

Por otro lado, también es bastante frecuente ver que los grupos sociales más desfavorecidos suelen ser gente que se ríe con mayor facilidad de su situación y de sus problemas. La risa en este sentido se convierte en un mecanismo para protegernos, insensibilizarnos y endurecer nuestros sentimientos frente a la desgracia propia o ajena.

La risa, además de considerarse la contrapartida de estados emocionalmente negativos como la depresión y la ansiedad, sirve como mecanismo de expresión, ya que a través de ella se pueden exteriorizar sentimientos. El psicólogo Herbert Lefcourt ha demostrado que la risa y el buen humor modulan la respuesta frente a la adversidad, influyendo positivamente ante situaciones emocionalmente dolorosas.

LA RISA COMO ACTITUD

Los niños aprenden a través del ejemplo, por lo tanto, es la familia quien les entrega las primeras enseñanzas de vida. Por eso es importante fortalecer la expresión de la sonrisa como manifestación de optimismo y señal de que se disfruta de las cosas cotidianas, de los propios logros, y también como una manera de enfrentar con esperanza las derrotas.

Esa actitud pasa por entregarles mensajes coherentes y una forma de vida que les permita valerse de cosas simples para enfrentar grandes dificultades. Si un niño goza con pequeñas cosas como la luz y los colores de un atardecer, el canto de un pájaro, las gotas de rocío o un arco iris, probablemente durante su adolescencia o madurez encontrará en esos mismos estímulos la protección contra posibles depresiones, o los verá como útiles recursos para superar sus frustraciones.

También es importante transmitir que la risa ha de practicarse con una actitud de respeto y generosidad, no como una forma de burla de las debilidades ajenas. Resulta muy fácil caer en la tentación de reírnos de los tropiezos ajenos, ya que hemos recibido un buen aprendizaje en la mayoría de películas cómicas donde alguien muy torpe, despistado o desgraciado se convierte en el hazmerreír de todo el mundo.

Y es que, la risa sana y beneficiosa es la que sale del corazón alegre, de la mente positiva, desde la emoción de la alegría, desde la confianza, desde el amor, desde la ternura por uno mismo y por los demás.

De hecho, todo aquello que nos hace reír muestra una buena parte de nuestra personalidad y de cómo reaccionamos frente al entorno, a las situaciónes a través de nuestras creencias.

La actitud no es más que una forma de pensar y de reaccionar. Los pensamientos, al igual que nuestras creencias, son creados por nosotros mismos, lo que significa que podemos decidir en un momento dado si        éstos son positivos o negativos. Dominar los pensamientos nos permitirá escoger nuestra actitud frente a la vida.

Pero para conseguirlo hay que estar atento y receptivo hacia lo que uno  piensa, tener en cuenta que el primer pensamiento no es siempre el que corresponde con nuestros sentimientos, sino una respuesta automática a creencias pasadas que nos han inculcado, con las que probablemente ya no estamos de acuerdo.

Para tener una actitud positiva que nos permita reír es necesario romper con los pensamientos que nos limitan y abrir nuestra mente para dejar entrar cada día aire nuevo.

La risa mejora la comunicación

La risa, además de ser el mejor antídoto para curar cualquier desarreglo del estado de ánimo, es también un fabuloso mecanismo para mejorar nuestra comunicación con los demás, al soltarnos con la risa, se incrementa la espontaneidad, la creatividad, la expresión y la percepción, consiguiendo vencer la timidez y haciéndonos olvidar, por un momento, al adulto que coarta todos nuestros movimientos.

La risa es una estupenda forma de comunicación entre los seres humanos. Es el camino más corto entre las personas, como decía al principio, todos sonreímos en el mismo idioma, y tiene el incentivo,  de lo que hablábamos antes, de ser altamente contagiosa.

Si te has reído de verdad con alguien, queda grabada para siempre en tu mente una sensación de «complicidad». Las personas que comparten situaciones divertidas, que se ríen juntas, se sienten más cercanas y más libres, son capaces de prescindir de los formulismos sociales, pues han creado unos mecanismos de comunicación que las vinculan para siempre, difíciles de   conseguir de otro modo. Según se desprende de estudios realizados, las ondas cerebrales de

las personas que ríen juntas se sincronizan y se produce una sintonización natural de sus procesos mentales. No hay límites ni barreras que la risa no pueda traspasar. ¿Qué tal? Sorprendente, ¿no?

 Poema anónimo:

“Una sonrisa no cuesta nada y produce mucho

Enriquece a quienes la reciben sin empobrecer a quienes la ganan

No dura más que un instante, pero su recuerdo a veces es eterno

Nadie es demasiado rico para prescindir de ella

Nadie es demasiado pobre para no merecerla

Da felicidad en el hogar y apoyo en el trabajo

Es el símbolo de la amistad

Una sonrisa da reposo al cansado y anima a los deprimidos

No se puede comprar ni prestar ni robar pues es algo que no tiene valor hasta el momento que se da

Y si alguna vez te tropiezas con alguien que no sabe dar una sonrisa sé generoso, dale la tuya, porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa como el que no puede dársela a los demás”.

Y es que….recuerda!! Todo el mundo sonríe en el mismo idioma.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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